Finalmente me llevaron a ver a mi bebita al hospital donde se encontraba, allí estaba un buen grupo de amigos y familiares al pendiente de la situación y también mi esposo, tratando de consolarme cuando en realidad era El quien necesitaba consuelo.
Me llevaron directamente al reten o cunero en donde están los bebes recién nacidos, pero en vez de entrar aun lugar hermoso lleno de lindos bebes y de padres mirando a través del vidrio, me llevaron para un cuarto encerrado donde no había otro bebe si no mi hija ya que debido a su estado tan delicado estaba en la unidad de cuidados intensivos neonatales completamente aislada de todos por su seguridad, siempre había una enfermera de turno pendiente únicamente de mi hija, y los doctores que entraban a verla tenia que pasar por un proceso de esterilización antes de tocarla, con guantes, ropa especial, jabón especial para las manos, mascarilla, etc., todo para poder cuidar la salud tan delicada de mi bebe. Yo también pase por ese proceso, me lave mis manos con un jabón especial, me pusieron una bata un gorro y una mascarilla, y me llevaron hasta donde estaba mi bebita de un día de nacida, metida en una incubadora, era como una caja de cristal, desnuda con tan solo un pañal, conectada con cables y vías por todas partes, sus pequeños bracitos ya no tenían mas espacio para mas inyecciones, no solo sus brazos también sus piernas parecían un colador y como era tan pequeñita perdía la vía de la vena con bastante frecuencia y la enfermera tenia que buscar estrategias para encontrarle una nueva, su cabeza estaba cubierta por una especie de casco platico transparente, le cubría su cabecita por completo proporcionándole oxigeno ya que su respiración era poca y por lo tanto sus niveles de oxigeno eran muy bajos, no me era permitido abrir la incubadora, solo tenia una ventana redonda a un costado donde podía meter una sola de mis manos para tocar, acariciar y mimar a mi pequeñita, solo con una mano.
Allí me quede por horas sintiendo por primera vez a mi hija a través de los vidrios de esa cunita, le había llevado su osito musical, que le colocaba todos los días cuando estaba en mi barriguita, y cuando sonó la música, mi bebita abrió los ojos y se empezó a mover, así que aproveche y empecé a cantarle un corito que solía cantarle todos los días cuando estaba embarazada, “Jesucito de mi vida, fuiste niño como yo, y por eso te quiero tanto que te doy mi corazón…”en ese momento mi corazón no aguanto mas y fue esa la primera vez que llore en forma desconsolada, no podía dejar de llorar, es ese llanto que te sale del alma y no de los ojos, pidiéndole a Dios que le diera una oportunidad a mi hija, tan solo una minima esperanza.
Derepente sentí que me agarraban por un hombro y era la enfermera, una señora grande, tosca, seria, quien con voz regia y sangre fría me dijo: Señora si llora de esa manera lejos de ayudar a su hija le va a hacer daño, además su hija la necesita fuerte serena por favor compóngase, es difícil, pero ahora se necesita a una madre fuerte que de la batalla a esta situación, a demás usted esta recién operada debería irse a descansar mira que lo que menos necesitamos es una madre enferma. No lo podía creer, y no le conteste nada, trate de calmarme y ya era tarde así que mi esposo y mi madre me llevaron a mi casa, porque yo tenia que descansar, acababa de pasar por una Cesaria y créanme que ni siquiera me acordaba de eso.
Al día siguiente ya era domingo, todos los días muy temprano recibíamos la llamada de mis queridos doctores Rebeca y Edgar, colocándonos al tanto de la situación y de cómo había pasado mi hija esa noche en es hospital. Todos los médicos que estaban al cuidado de la salud de mi hija no se comunicaban conmigo ni con mi esposo, lo hacían directamente con Rebeca y ella nos explicaba todas y cada una de las situaciones.
Recuerdo muy bien ese domingo por la noche después de que había ido a pasar el día con mi hija en el hospital, recibimos una llamada notificándonos que la bebita ya no tenia mas venas de donde inyectarla, así que decidieron hacer una pequeña cirugía por el ombligo donde le tomaban una arteria y le colocaban una especia de tubito para que por allí se suministrara todo los medicamentos y alimentos necesario para la mejoría de mi hija, yo no sabia exactamente de que se trataba (mucho tiempo después aprendí que era un proceso delicado), lo único que se, es que ese domingo tarde como a las 10 de la noche, mi esposo llego a la casa y tratando de no hacerme sentir mal, me dijo: Te traje algo… Que me trajiste? (le pregunte) y abre su mano y hay algo extraño que no sabia que era, entonces le pregunte: Que es eso?, el me respondió: Es el ombligo de nuestra hija, por lo menos tenemos con nosotros algo de ella aquí en la casa.